sábado, 30 de abril de 2016

JAMES SALTER, JUEGO Y DISTRACCIÓN: PERDIDOS EN EL HORIZONTE DEL DESEO



Escondidos tras una máscara que, sin embargo, no es capaz de interrumpir los latidos de nuestro corazón. Atrapados en la sinuosidad intangible del mañana. Derrotados por la oscuridad de una línea que, como una frontera sin nombre, es violada una y otra, una y otra vez... No hay más reglas en la suntuosidad del amor ni en la intimidad de una habitación despojada de todo adorno que no sea la esencia del deseo, parecen decirnos los protagonistas de Juego y distracción http://salamandra.info/libro/juego-y-distraccion. Quizá, porque ahí es donde los amantes buscan su refugio, en el silencio de una pasión que no necesita de más cortejo que el del placer de la carne. Constructores de sueños que evitan las pesadillas y que juegan a ser libres dentro de sí mismos y con el otro. Amantes. Amantes puros. Amantes prístinos que se muestran transparentes, pues nada tienen que esconder, y sí mucho que dar. Darse a sí mismos y al otro, en un juego infinito que no conoce límites, pues los amantes de verdad necesitan estar perdidos en el horizonte del deseo.



Dean y Anne-Marie galopan con el viento a su favor, y lo hacen subidos en un coche deportivo de otra época, como sus deseos. Y lo hacen sobre sus asientos. Huyen. Huyen sin descanso de ese tipo de vida al que cada uno de ellos está condenado, pero a la que ninguno de los dos ni quiere llegar ni sabe cómo esquivar. De momento, su máxima y más urgente necesidad, es alejarse de ese otro mundo que ruge tras ellos aunque no sepan muy bien cómo es, pero que lo único cierto es que se va creando kilómetro tras kilómetro de las sinuosas carreteras que transitan, y tras cada anónima habitación de hotel donde sus cuerpos acaban juntándose con el único objetivo de encontrarse a uno mismo a través del otro, como si el otro fuese el espejo necesario en el que sentir la íntima obligación de verse reflejado. En este caso, la maestría de James Salter no sólo se encuentra en la desnudez de las acciones, en la pulcritud de las múltiples escenas de sexo, sino en traernos esa percepción de lo íntimo y lo ajeno a través de los ojos de un narrador que juega con el lector y sus personajes. Esa escritura limpia y repleta de múltiples y maravillosas imágenes, se comporta como el mejor fluido para una historia, cuya intrahistoria, es la de salvar el alma propia a través del alma ajena. Esa necesidad de pérdida y sensualidad, esa sensación errática de la existencia en la que la propia juventud nos impone vivir como si no hubiese la posibilidad de un mañana, alcanza altas cotas de lirismo y verdad en Juego y distracción, donde una vez más, se nos invita a contemplar la descarnada experiencia de aprender a vivir sin más cuando, quizá, no estemos preparados para ello. La melancolía que Salter pone al servicio de su majestuosa narrativa nos atrapa sin otro argumento que el de la propia palabra. Cabe destacar, sin duda, el inicio de la novela, hasta que el narrador llega a Autum. Aquí Salter es capaz de captar nuestra atención como Thomas Wolfe hizo al inicio de esa pequeña obra maestra titulada El niño perdido.



Salter https://es.wikipedia.org/wiki/James_Salter en Juego y distracción reclama un lugar en ese olimpo de las letras norteamericanas en el que ya están Ernest Hemingway con Por quién doblan las campanas, Scott Fitzgerald con Al este del edén, Kerouac con En la carretera; un olimpo que después de él alcanzaron Jay McInerney con Luces de neón o Bret Easton Ellis con Menos que cero, pues todos ellos nos retratan la pugna que el ser humano entabla entre la realidad y los deseos, sobre todo, en esa primera juventud donde todavía la sociedad nos deja divertirnos para más tarde reclamarnos esos momentos de diversión y felicidad con la cadena del trabajo. La libertad, como anhelo imposible de alcanzar, nos deja en las manos de Salter ese amargo sabor de la victoria que no disfrutamos como nuestra, porque, quizá, al igual que el narrador de esta magnífica novela, intentamos vivirla a través de las experiencias de los otros, igual que si quisiéramos atrapar sombras en la niebla, porque, quizá, también, esa sea la única solución cuando estamos perdidos en el horizonte del deseo.



Ángel Silvelo Gabriel 

jueves, 28 de abril de 2016

FESTIVAL SURGE MADRID, EL CORAZÓN ENTRE ORTIGAS DE EUSEBIO CALONGE.- DIRECCIÓN: PACO DE LA ZARANDA.- M/24, X/25 y S/28 May A LAS 20:00h

Sinopsis

Sobre el fondo sangriento de las tragedias se impone el perfil del héroe, cruza la historia sorteando todas las trincheras ideológicas, todo lo que tendenciosamente quiere sacarle un rédito político. Nos señala con nitidez la sinrazón, el miedo y el espanto de su época como advertencia, buscando misericordia en nuestra mirada, quizás eso que los griegos llamaban la catarsis.

Carlos Morla Lynch, fue capaz, en un mundo que se despedazaba, de tener la integridad ética de permanecer fiel a su cargo, al frente de la Embajada Chilena de Madrid, salvando la vida de unos dos mil refugiados, primero de un bando y luego del otro, con frecuencia jugándose la vida por personas que no eran afines a su pensamiento.

Sacrificando su bienestar y el de su familia por el de los otros, sin mirar facciones ni militancias, en ese equilibrio tan peligroso, casi milagroso diría yo, de obrar con independencia.

Cuando el pasado es tan reciente, el peligro de ser malinterpretado es grande, la visión desde los frentes se imponen para arrojar su sentencia condenatoria a todo cuanto no cuadre con sus proclamas. Quien a esta obra se asome no busque ajustes de cuenta, ni la propagación de aquello que nos enfrenta, su visión de la historia, ese caos inmutable como la llamó el filósofo, es poética que no política. No trata de expresar más que como entre tanto dolor y tanto miedo, el valor de lo humano, que es el amor a cada persona, sacraliza la vida cuando el otro es más importante que nuestros propios intereses o ideas.

Género y duración

Drama.

Ficha Artística

David García ()
Mª Ángeles Pérez-Muñoz ()
Nereida San Martín ()
Inma Barrionuevo ()
Marina Valverde ()
Pablo Múgica ()
Miguel Pérez-Muñoz ()
Irene Polo ()
Matilde Juárez ()
()
Helena Fernández
José Miguel Baena
Begoña Caparrós
   

CLAVES PARA ESCRIBIR UN BUEN CUENTO. Por Manu de Ordoñana, Ana Merino y Anne Mayoz


Escribir un cuento no es difícil siempre que se tenga una historia que contar y cierto conocimiento de los recursos narrativos. Pero si se trata de escribir un “buen” cuento…, eso ya es harina de otro costal. Qué mejor que ir pasito a pasito, dando pautas. El cuento como tal tiene vida propia; los personajes en él inmersos deben, al menos, dar la ilusión de tener una voluntad ajena de la del autor o del mismo lector. Ese es el signo de un gran cuento, un microcosmos encerrado en las hojas de papel (J. Cortázar).

1.- Selección. En primer lugar hay que tener una noción del tema, de lo que queremos contar. En este punto destacamos como primer requisito esencial: la selección. La regla de oro del arte literario es omitir, decía Stevenson. Es primordial elegir aquellos datos que son relevantes para la historia. En nuestra cabeza bullen muchas ideas, grandes temas, pero no vale todo; sólo aquello que llegue, incluso, a obsesionar. El conjunto de elementos que el autor tendrá que volcar sobre el papel (los personajes, los eventos y la atmósfera…) puede provocar molestia y angustia. Por eso afirma Cortázar que escribir es de alguna manera exorcizar.

2.- Unidad. Una vez que tenemos claro este punto, hay que centrarse en contar una única historia, un único tema, y hacerlo de manera concentrada ―ya que disponemos de muy poco espacio― para conseguir que cada descripción, cada escena aporte un nuevo dato que, a su vez, genere la intensidad narrativa que necesitamos.

3.- Tensión interna. Esa intensidad crea una cierta atmósfera y la tensión interna hace que el lector se pregunte qué sucederá a continuación. Hay que evitar la mala intriga, esa que proviene de la sucesión absurda y accidental de acontecimientos. Cada línea tendrá que añadir información, será necesario seleccionar los acontecimientos, disponerlos en el sentido que más convenga a la trama para acceder al resultado final; ese del que, en palabras de J. Cortázar, se sale como de un acto de amor, agotado y fuera del mundo circundante, al que se vuelve poco a poco. Pero antes hay que escoger el punto de vista narrativo adecuado al desarrollo de la historia, analizar cómo se puede contarla, las distintas posibilidades disponibles, fijar dónde se coloca el narrador y qué puede expresar desde esa posición. Pensar en el tiempo, cuándo se van a desarrollar los hechos: en presente o tal vez convenga que el narrador lo cuente desde el pasado, conozca toda la historia y haya sido testigo de los acontecimientos. Y también tener en cuenta el espacio narrativo en el que se mueven los personajes y que aparecerá más o menos descrito en función de la importancia de la vida que practican. Recordé que siempre me han irritado los relatos donde los personajes tienen que quedarse como al margen mientras el narrador explica por su cuenta (J. Cortázar).

4.- Prefiguración. La prefiguración nos prepara, sin saberlo, para el final, nos insinúa lo que va a suceder, pero escatimándonos el desenlace. Son pequeños hilos que el escritor va tirando. Aquí entra en juego la importancia de las repeticiones que dan continuidad a la trama. Para conseguir que la historia se proyecte en la mente del lector de un modo ligado y continuo, las repeticiones harán que la atención del lector se deslice de una frase a otra y de una acción a otra, sin un especial esfuerzo por su parte.

5.- Verosimilitud. Es necesario detallar con precisión cada escena para crear dentro del cuento un marco espacio-temporal reconocible o al menos muy bien definido, con el fin de persuadir al lector de que la historia es posible y, por lo tanto, de que el conjunto de la trama adquiere verosimilitud.

6.- Mostrar en lugar de decir. Los buenos escritores pueden decir casi todo lo que tiene lugar en la ficción que escriben, salvo los sentimientos de los personajes. Esta cita de Gardner expresa muy bien la idea de que los sentimientos no hay que explicarlos, sino que deben ser sugeridos mediante acciones de los personajes para que el lector los perciba sin filtros. En resumen, un buen cuento debe ser breve, de intensidad creciente, debe producir en el lector una gran impresión y todo, en él, ha de ser significativo y verosímil. Esas son las cualidades que califican a un buen relato para que resulte inolvidable, para que el lector se adentre en él y le deje huella.

Artículo de Manu de Ordoñana, Ana Merino y Anne Mayoz

sábado, 23 de abril de 2016

ÁNGEL SILVELO PUBLICA LA OBRA DE TEATRO, FANNY BRAWNE, LA BELLE DAME DE HAMPSTEAD (ED. PLAYA DE ÁKABA 2016)


Fanny Brawne, La Belle Dame de Hampstead, es la revelación de un sueño, el que tuvo Fanny —amada de John Keats en su juventud— antes de morir. En este sentido, el título de la obra de teatro, hace referencia al poema que Keats compuso en la primavera-verano de 1819, al mismo tiempo que escribía sus famosas odas y Lamia. En los versos de La Belle Dame Sans Merci (La bella dama sin piedad), a pesar de que su autor siempre la consideró como una obra menor, se concitan los grandes temas universales de la literatura, ya que además del desamor, está muy presente el cuestionamiento que el poeta se hace sobre la dualidad existente entre realidad y deseo o certidumbre y misterio, interrogantes que planean igual que una alargada sombra sobre este texto teatral.

Al otro lado, e impregnada del estado embriagador que provocar el amor, Fanny pasará sus últimos días atrapada por sus recuerdos sin decidirse a hacer frente al gran desafío de su vida: su historia de amor con John Keats, del que aún conserva sus cartas. Unas misivas que, aparte de ser el único salvoconducto para llegar a descansar en la eternidad junto a su amado, se transformarán, de una forma mágica, en la posibilidad de vislumbrar a una nueva Fanny.

Fanny Brawne, La Belle Dame de Hampstead es un viaje sensitivo al más allá, donde el amor se transforma en la búsqueda de la belleza y, donde los sueños, tienen forma de mariposa. No obstante, esta obra de teatro también está concebida a través del temor que todo ser humano tiene de pasar al otro lado del espejo. La muerte siempre nos ha causado dolor y angustia, pero Fanny Brawne le buscará otro significado, justo el que le daban los griegos: el AMOR como no muerte. De ahí, que se pregunte una y otra vez: ¿hay vida después del amor?

martes, 12 de abril de 2016

SARA MESA, MALA LETRA: CAMINANDO POR LA CUERDA FLOJA SIN APENAS DARNOS CUENTA


Hay muchas formas de chillar o de llamar la atención…, de refugiarse del mundo y sus aristas, del mundo y sus mentiras, del mundo y sus desengaños. Esa, al menos, puede ser una de las interpretaciones a extraer después de finalizar la lectura de la recopilación de relatos Mala letra de Sara Mesa http://www.anagrama-ed.es/titulo/NH_558, pues el universo descrito y visitado por sus personajes es muy parecido a una frontera que divide lo perverso de lo cruel, el hastío de la venganza, la sordidez de la mala conciencia, es decir, una sucesión de retos en los que todo parece que se redujera a desenfundar la pistola antes de que lo haga el contrario y, de paso, se nos invitara, una vez tras otra, a caminar por esa cuerda floja sin apenas darnos cuenta; una cuerda que sin embargo nos obliga a mantener el equilibrio y seguir erguidos sobre ella para no terminar aplastados contra el mastodóntico suelo. Realidad y ficción en continua lucha contra el último sentido de la vida que no nos permite ni estar siempre llorando ni tirarnos desde lo más alto del rascacielos de la ciudad. Es, en ese in-pass, donde se mueven los relatos de Sara Mesa https://es.wikipedia.org/wiki/Sara_Mesa, cuyos personajes van a la deriva sin llegar a precipitarse del todo, o donde se muestran disconformes con el mundo en el que viven sin por ello saltarse las reglas básicas de la convivencia bajo la que se encuentran aislados.


Asimismo, en sus relatos también hay algo de ese terror interior que nos asalta a todos cada mañana, justo cuando debemos hacer frente a nuestras obligaciones, pues los planteamientos de sus personajes devienen en ocasiones en la animadversión que muchas veces todos tenemos a decidir entre lo bien hecho y aquello que no lo está (pues todo parece que se resume a una simple interpretación de las normas), para de ese modo, dar una salida plena a nuestras emociones, como si la vida fuera un mudo ajuste de cuentas con nosotros mismos que, sin embargo, cada vez que se queda abortado nos va destruyendo poco a poco. Por ejemplo, en el relato que abre el libro, El cárabo, la necesidad del miedo y de sentirse solo para ponerse a prueba, es una forma de alejarse del mundo, pero también, de uno mismo. Esa huida Sara Mesa la adorna con la reiteración de adjetivos acotados entre guiones, con los que consigue un ritmo interno que trata de evitar el despiste de los lectores. Algo que se reproduce en Palabras-piedra, un relato con un buen ritmo y un mejor desenlace, donde la repetición de los años de la protagonista es muy efectista, pues le da una unidad interior a la historia que parece reproducirse igual que si fuera un omnipresente eco.


Si bien la Mala letra es un ejercicio de equilibro que en ocasiones nos recuerda el mundo de ficción sugerido por Alice Munro, como es el caso del cuento que cierra la recopilación, Mustélidos, no siempre la tensión acaba suspendida del fino hilo de la indeterminación, pues la culpa, la falta de libertad, los prejuicios, el miedo o la infancia están presentes de una forma tan indeleble en sus relatos que, en su conjunto, disfrutan de la maestría de alguien que sabe lo que hace, aunque haya alguno de ellos al que podríamos tildar de menor. No obstante, el resultado final es brillante, porque su autora sabe a lo que juega y, lo que es más importante, cómo quiere incidir en el lector, al que le infringe esas dosis de malestar que son tan necesarias en la buena literatura. Así en el relato, Papá es de goma, esa náusea nos la proporciona la sordidez, el abandono y, como no, la última necesidad de supervivencia existente en todo ser humano. Sin duda, la autora nos quiere herir y, con ello, hacernos sentir mal y escarbar en nuestras entrañas, para de ese modo, atacar de frente a esa conciencia nuestra tan plácida y abotargada por la sociedad del bienestar, perdón, del consumo, en la que nos desenvolvemos, por no hablar de la expiación de la culpa y de nuestros errores, tan presentes en el relato ¿Qué nos está pasando?, y con los que la autora nos traslada hasta ese territorio inexplorado que no sabemos que existe dentro de nosotros mismos hasta que nos hallamos perdido dentro de él, consiguiendo, con ello, explorar nuestras grietas, y eso, a pesar del miedo y la repulsión que nos proporciona aquello que vemos y no admitimos, pues somos incapaces de quitarnos esa máscara con la que nos protegemos de lo que no nos es grato asumir.


Esa tensión con la que tan bien juega Sara Mesa, la lleva, en ocasiones, a dividir la narración en varias escenas, para de esa forma, sazonarnos muy poco a poco la información necesaria para llegar a interpretar o reinterpretar lo que se nos cuenta, repitiendo, incluso, la frase final de una de las escenas en las posteriores, jugando así, a la repetición de las imágenes que nos producen esas frases, para conformar de esa manera, un extraordinario manejo del estilo narrativo.


La Mala letra es un conjunto de relatos donde asistimos de una forma directa, y sin adornos a la soledad, la sordidez, el abandono y la tristeza, a los que la autora introduce en un igloo que construye en mitad de un gran desierto de hielo, para de esa forma, refugiarse del ruido imperante que nos vuelve día a día más sordos, quizá, porque nuestra única salvación sea la de ir caminando por la cuerda floja sin apenas darnos cuenta, para que de esa forma, se nos permita seguir siendo personas, aunque sea a costa de tener que refugiarnos de un mundo que, cada día más, refleja la soledad del ser humano.


Ángel Silvelo Gabriel

viernes, 8 de abril de 2016

TEATRO TRIBUEÑE: PROGRAMACIÓN DE ABRIL, FIN DE SEMANA Y OTORS ESPECTÁCULOS


“Arte dentro del arte[…] obra, genial por momentos, irónica y sarcástica en otros. Es una obra maestra, sin duda. No se la pierdan” 
Ángel Silvelo Gabriel - Fragmentos



TEATRO TRIBUEÑE: PROGRAMACIÓN DE ABRIL, PREESTRENO Y JUEVES DE REPERTORIO


“Una historia de la copla”
Hugo Pérez de la Pica




“Montaje vigoroso, contundente y esencial, de textura coral y solemnidad casi litúrgica”
Juan Ignacio García Garzón en ABC


“Una sugestiva relectura de La casa de Bernarda Alba exige la mirada simbólica sobre un clásico de García Lorca”
G. García-Alcalde - La Provincia diario de Las Palmas



“En este retablo afloran todos los misterios y realidades de Valle: vanguardismo, erotismo, simbolismo, crítica social y tradición radicalmente española”
Javier Villán (El Mundo)


“Esta vez, la propuesta de un teatro tan fresco como diferente, lleva el título de Navegando por ideas escondidas” 
Ángel Silvelo Gabriel

lunes, 4 de abril de 2016

ÁNGEL SILVELO GANA EL 1º PREMIO DEL III CERTAMEN INTERNACIONAL MUNDOPALABRAS DE MICRORRELATOS


En primer lugar, como hago siempre que soy premiado o destacado en alguno de los concursos a los que me presento, quiero agradecer al jurado compuesto por: Benjamín Recacha, Mayte Esteban y Mercedes Pinto que mi microrrelato titulado Dibujando palabras haya sido distinguido con el Primer Premio de este Certamen Internacional que ya alcanza su III edición. Os dejo el texto del micro y de la noticia.

1) Primer premio: Ángel Silvelo Gabriel, con el relato Dibujando palabras.
"Aprender a escribir fue una hermosa aventura: la de las letras y las palabras. Luego llegaron los libros, y aprender a leer fue la experiencia de las hojas, rugosas al tacto y manchadas con la materia de los sueños. Hojas que, como pájaros, van y vienen. Sueños que, salteados por la sinuosidad de una duna, me llevaron a lo más alto de la montaña y a lo más profundo del bosque, como risas y llantos delineados bajo el caprichoso trazo de mi mano. Es cierto, un día quise ser libro, quizá, por eso, mi único anhelo sea seguir dibujando palabras".

¡Ya tenemos el fallo de la última edición de nuestro concurso de microrrelatos, que como muchos sabéis, este año tenía como nombre “Guerreros Solidarios de las Palabras”, por tener entre sus principales objetivos la colaboración con la Asociación Actays (Acción y cura para Tay-Sachs http://www.acciontaysachs.org/).

El fin de vincular nuestro certamen con Actays es el de darle visibilidad y apoyo a una asociación que tiene como principal objetivo fomentar la investigación que ayude a encontrar una cura para las enfermedades de Tay-Sachs y Sandhoff, catalogadas como enfermedades raras que afectan a los niños, así como crear una red de apoyo a las familias afectadas. Os recomendamos visitar su web y colaborar, al menos, dándoles difusión.

Hace unos días desvelamos quién era el fabuloso jurado con el que hemos tenido la suerte de colaborar: Benjamín Recacha, Mayte Esteban y Mercedes Pinto. Tres escritores con una trayectoria de lo más interesante que os invitamos a conocer visitando sus blogs o perfiles sociales.

A este concurso, de carácter internacional, se podían presentar obras de temática libre, con una longitud máxima de 100 palabras, con la posibilidad de ganar los siguientes premios:
Pues bien, y ahora sí ha llegado el verdadero momento, pasamos a comunicar que los tres ganadores del III Certamen Internacional mundopalabras de Microrrelatos son:

1) Primer premio: Ángel Silvelo Gabriel, con el relato Dibujando palabras.
2) Segundo premio: Javier López del Pueyo, con el micro Todo comienza con una palabra.
3) Tercer premio: José Ramírez Barrero, con el relato Es cuestión de Mauricio Babilonia.

Asimismo, se han elegido también 15 relatos finalistas, que citamos a continuación:
1) Tourist tour, de Héctor Olivera
2) Claro de luna, de Pedro Pablo de Andrés Correas
3) Se acabó, de Mari Carmen Andújar Zorrilla
4) Del otro lado, de Patricia Collazo González
5) El sabor de las palabras, de Eva Pérez Barreto
6) El personaje, de Plácido Romero Sanjuán
7) El lector cómplice, de Carlos Félix Pérez de Villarreal
8) Estrellas fugaces, de Myriam Castro Pindado
9) Magia, de Francisco Solanes
10) Acuario, de María Martín Hiniesto
11) La salida, de Raúl Clavero Blázquez
12) ¿Soy tu amigo?, de Antonio Manuel Contreras Jiménez
13) Destinado a luchar, de Héctor Rosario González
14) Biología, corazón roto, de Marina Delgado
15) Hermanos de letras, de Silvia Gabriela Vázquez