miércoles, 12 de noviembre de 2014

RELATOS SALVAJES: EL INSTINTO ASESINO DEL SER HUMANO RECONVERTIDO EN UNA SUERTE DE CINE-RELATO


La capacidad del director y guionista argentino, Damián Szifron, a la hora de presentarnos en la gran pantalla el instinto asesino del ser humano reconvertido en una suerte de cine-teatro, es sencillamente asombroso y digno de admiración. Para todos aquellos que, quieran ponerse a escribir relatos o desentrañar la técnica de los mismos, deberían de ver esta película, porque Relatos Salvajes es una especie de clase magistral del relato corto, donde hay inicios desconcertantes, giros inesperados a mitad de camino y finales sorprendentes o ajustadores de cuentas. Esta película es una cita ineludible con el mundo del cine transformado en un juego de imágenes muy literario, y a la vez, macabro, divertido y salvaje, de lo que es, y en lo qué es capaz de convertirse, el ser humano cuando es arrastrado hacia el concepto de venganza. En este sentido, dicen que la venganza se sirve en un plato frío, y los protagonistas de estas seis historias delirantes, nos interrogan a cada golpe de secuencia acerca de lo que cada uno de nosotros haríamos si estuviéramos en su situación, lo que en alguna de las historias más cotidianas, produce una legión de seguidores de los héroes anónimos que recorren las parcelas de más oscuras del ser humano que nos presenta Szifron. Lo que no es de extrañar si nos atenemos a la dura farsa, por cruel y dramática, a la que nuestros dirigentes nos están sometiendo día sí y día también, de ahí, que esta serie de relatos salvajes, se conviertan en verdaderas válvulas de escape de la ira general que afecta a una buena parte de la población mundial. Como suele decirse en estos casos, el director argentino nos muestra la realidad de sus personajes con la precisión de un relojero cuando se pone a ajustar las piezas del mecanismo de una máquina del tiempo, o la maestría de un carnicero a la hora de llevar a cabo el despiece de un animal. Todo fluye y confluye a la perfección en estas historias cortas que nos hacen salir de la sala del cine con una sonrisa dibujada en la cara, porque no estamos muy acostumbrados a asistir a esta mezcla de humor negro e inteligente, aderezado con unas gotitas de barbarie atenuada por el heroísmo de los protagonistas de esta micro-ficciones. En este sentido, Szifron parece decirnos que todos somos normales hasta que se nos pone en la situación límite adecuada para poner a prueba nuestros instintos más primarios y aflorarlos de una forma exacerbada y pasional que no conoce límites.
 

Relatos salvajes es la demostración más palpable de las capacidades creadoras de un cineasta capaz de modelar una buena historia con muy poco, y lo hace de la misma forma que la teoría nos dice cómo montar un relato corto, quitando grasa y dejando solo el músculo. Es en esa fibra, donde lo que se oculta es tan importante como aquello que se nos muestra hasta hacernos enmudecer ante la fina inteligencia de aquellos que hacen de la brevedad un arte, como es el caso de Damián Szifron, que ya en la primera de las historias, titulada Elenco, nos muestra su maestría en las distancias cortas narradas de forma breve. Los abundantes primeros planos de los actores es quizá el mejor truco de magia que maneja el director para ocultarnos lo que se esconde detrás de cada una de esas personas, cercanas y lejanas a la vez, reales y ficticias como la propia vida, donde los sueños, en ocasiones, se ven atrapados por la negrura de la sinrazón que, como un monstruo, nos atrapa por el cuello con la intención de acabar con nuestra vida. Y de esa ira es de donde nace el instinto asesino del ser humano que, esta vez, hemos tenido la suerte que se ha reconvertido en una suerte de cine-relato de la mano de un genio llamado Damián Szifron.

 
Ángel Silvelo Gabriel.

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