viernes, 14 de diciembre de 2012

CONCIERTO FIN DE GIRA DE RUIDOBLANCO EN LA SALA GALILEO DE MADRID: LA MAGIA DE LOS MEDIOS TIEMPOS

Acortar el espacio que nos lleva a la madurez, o a disfrutar de una vida propia, no siempre es agradable. Nadie nos habla de las dudas, del desamor, de ese aire viciado que nos acoge las tardes del final del verano o de la llegada de la primavera. Lanzamos preguntas, pero nadie nos responde, y así nos pasa, que nos quedamos con cara de memos esperando una respuesta. Las letras de las canciones de Ruidoblanco están teñidas de ese melancólico existencialismo con el que muchas veces nos iniciamos en la madurez. Entre nostálgicos y decididos, Salva, Cris, Dani, Chano y Cristian, esculpen sus canciones con sonidos oscuros cercanos a lo que en su día se denominó como shoegaze, pero también con melodías más luminosas, que parecen acogerse al sol mediterráneo de su Barcelona de procedencia. Y ahí, en esa combinación de la magia de los medios tiempos, es donde ellos conjugan buena música y sentimientos a flor de piel sin miedo a desnudarse delante de sus seguidores (que casi llenaron la Sala Galileo) para informarnos de sus aventuras interiores, que cual gato que busca nueva compañera, saltan de balcón en balcón con la sana de intención de abandonar la soledad que marcha pegada a sus talones.

El setlist del concierto fin de gira que Ruidoblanco nos ofrecieron en Madrid, es casi un calco del único disco que han grabado hasta el momento (si exceptuamos el EP inicial y el que tratan de grabar mediante el sistema crowdfunding). Ruidoblanco comenzaron atmosféricos, intentando no descubrir sus cartas a las primeras de cambio, cuando El tío más feo se convirtió en una versión más próxima a la del cd, y donde pudimos apreciar ese matiz más oscuro e intenso del grupo de Barcelona. Algo que continuaron con Palabras que pagaron el incendio, donde Salva se hizo con una guitarra española en sus manos para ejecutar una canción pop adornada de sonidos intensos para acabar con un final muy fuerte (que nos recordó a Nadadora, desgraciadamente de actualidad por su retirada momentánea de los escenario, y a los que por cierto ya vimos hace un par de años en esa misma Sala). Sonidos plenos de fuerza, garra e intensidad que continuaron con Octubre y el desgarro argumental que la canción posee en sí misma: “entonces no destroces nuestro intento de llegar contigo al fin del mundo… despertarme y haberlo olvidado todo”.

La oscuridad inicial, se tornó luz cuando sonó Hacer las cosas bien, y ya con Salva al piano, lo que le sirvió de excusa para atreverse con un ¡Buenas noches, gracias por venir! Aquí Ruidoblanco expresaron sus sentimientos buscando la intimidad del equilibrio propio, donde la voz de Cris nos resultó muy similar en el timbre a la de Amaia Montero. Salva y Cris conforman en sí mismos un dueto que, aunque para muchos sea original dentro del indie español, arrastra la nostalgia sonora (que no visual) de los cantantes de Deacon Blue (Ricky y Lorraine), por sólo poner un ejemplo. En cualquier caso, ambos brillan con luz propia en el escenario sin necesidad de intercambiar miradas cómplices o delatoras. Hacer las cosas bien nos llevó hasta Horas de más, que fundida con la anterior canción, siguió las normas más intimistas del grupo: "es cuestión de tiempo", y sirvió para romper el silencio por parte de sus seguidores, que se unieron de una forma animada a las palmas que Cris les invitaba a tocar. Una invitación que el grupo no echó en saco roto, porque terminaron el tema con un gran y ascendente rush final que hizo las delicias de los asistentes. Esta apoteosis nos llevó hasta Tu héroe más romántico, presentada por Salva como la canción más moña y la más antigua de Ruidoblanco. Aquí fuimos testigos de la típica canción pop de registros tristes que evocan las últimas tardes del verano, donde todo, de nuevo, está a punto de cambiar (nos recordaron a Rusos Blancos). Un sesgo intimista que no abandonaron cuando atacaron Hablando del tiempo que, a la mitad de su ejecución, rompió con fuerza en un: “nos veremos en el centro de París”.

Última versión de ti nos devuelve a Salva a los teclados, que aprovecha para rendir un sentido homenaje al gran maestro de la música española de la segunda mitad del siglo XX, Juan Carlos Calderón, recientemente fallecido, y que grabó junto a Ruidoblanco esta canción acompañados de una gran orquesta. En este caso, la canción sube y sube hasta que rompe una vez más en un intenso medio tiempo que se convierte en un ascendente swing de ritmo y melodía, en lo que podríamos tildar como la nana de los rebeldes y que nos muestra a un Salva muy expresivo y muy metido en su papel de intérprete: “… nadie nos encontrará”. Este himno del grupo hizo las delicias del público asistente y fue el primer tema aplaudido a rabiar sin saber todavía que nos esperaba la gran sorpresa de la noche, porque Frágiles fue eso, la gran canción de la noche y que promete un nuevo EP (que Salva aprovechó para recordarnos que se financiará con las donaciones del crowdfunding) más que apetecible. Salva inició la canción con un piano muy profundo que, desde el inicio, se comportó como un gran altavoz que llena de grandes sonidos todos los espacios imaginables; un perfecto medio tiempo que arrastra de una forma muy tangible a este grupo a estar entre los elegidos en el mundo de la música. Para no perder el buen sabor de boca de Frágiles, Ruidoblanco tocó Zumo de naranja con vainilla, en el que en su inicio, descubrimos similitudes con ciertos sonidos multi instrumentales de Hola a todo el mundo (con xilofón incluido). Una nueva oportunidad de asistir a una canción pop de melodías que atrapan la cotidianeidad de las relaciones, y en la que el público, ya entregado, hizo coros del estilo: “parapapapa… parapapapa” y que acaba fusionándose con un tema de Love of Lesbian.

La magia de los medios tiempos acudió de nuevo hasta Ni las intenciones, otra canción clásica de este joven grupo, que conjuga a la perfección la melancolía y la necesidad de autorrealización, con el amor como freno: “cada vez me das porciones más pequeñas”, y que nos intentan transmitir a través de un punteo magistral de guitarra por parte de Dani (con distorsión final incluida), que nos iba a servir de carta de presentación para otra de las sorpresas de la noche (por lo menos para quien suscribe), al anunciar Salva que iban a tocar el tema Como yo te amo, de Raphael; un clásico de la música española que sigue vigente tanto como quieran los músicos españoles, y que Ruidoblanco bordaron en una gran versión, rápida, intensa y muy propia. Una versión a la que Cris se apunta con unos estribillos ejecutados con una aceleración que impregna de unas formas muy salvajes a la canción. Y para finalizar, Ruidoblanco tocaron La ciudad más gris del mundo, donde regresaron al sentimiento intimista que continúa en las notas que en esta versión en directo fusionan con una guitarra mucho más presente: “dice que para lo que hay que ver es mejor vivir con la luz apagada".

En definitiva, Ruidoblanco se despidieron de Madrid con el gran sabor de boca que nos dejó Frágiles y a la espera de escuchar su nuevo trabajo, que promete más y mejores canciones.

Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.

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